■ Las leyes de Oregon ya permiten que consuman mariguana quienes padecen la condición
■ Pacientes de la entidad de EU piden que se realice una investigación científica para examinar los aspectos tanto positivos como negativos del uso de la yerba
El síndrome de Alzheimer es una enfermedad de la tercera edad que podría estar a la espera de cualquiera de nosotros y a veces toma por sorpresa a quienes creen estar apenas en la madurez. La buena noticia es que investigaciones recientes muestran que la cannabis retrasa la pérdida de memoria.
La Universidad Hebrea de Jerusalén difundió este resultado de una prueba realizada en ratones, pero ya se ha pasado a la fase de análisis en humanos.
El hecho no será una sorpresa para Observación de Drogas del estado de Oregon, Estados Unidos, organismo gubernamental cuya publicación Marijuana Research Review ha publicado durante décadas las muchas investigaciones y pruebas referentes a la mariguana.
Con 400 sustancias químicas presentes en la yerba, no es sorprendente que tenga efectos diversos, a veces contradictorios. Muchos hallazgos de la revista vienen aparejados a advertencias de que las formas cada vez más potentes de la droga conllevan una variedad de riesgos: efecto adverso sobre el sistema inmune, interferencia con la capacidad de controlar el calor del organismo, pérdida de memoria de corto plazo y disminución de la capacidad de aprendizaje.
Los informes indican también que fumar mariguana eleva anormalidades en pacientes de esclerosis múltiple. Así pues, la noticia más reciente de ningún modo implica un llamado a retornar a la yerba para quienes hace 50 años la consideraban parte esencial de un estilo de vida liberal. Hay cierta ironía, sin embargo, en la idea de que esos mismos espíritus independientes que hoy son sesentones podrían necesitarla por una razón mucho más grave.
El hecho es que la División de Salud de Oregon acaba de expandir su programa médico para añadir el Alzheimer a las condiciones que califican para uso de la mariguana con autorización oficial. Una ley estatal de 1998 ya lo permitía en casos de cáncer, glaucoma, VIH/sida, náusea severa, convulsiones y espasmos musculares persistentes.
Sin embargo, Oregon no prevé una escalada. Un representante de los 60 mil pacientes de Alzheimer en ese estado llamó a realizar “un extenso estudio científico para examinar los aspectos tanto positivos como negativos”, si bien se trabaja activamente en encontrar un tratamiento.
Para muchos, el miedo a perder la memoria es más terrible que la idea de la muerte. Mientras más envejecemos, más nos define lo que hemos hecho y sabido y, cuando los recuerdos comienzan a diluirse, algo intrínseco en nuestro sentido de identidad se va también. No podemos evocar todo lo ocurrido: el cerebro se atascaría con su propia sobreabundancia.
Sin duda se gana alguna paz de espíritu al reprimir ciertas evocaciones traumáticas y dañinas, pero la ancianidad está hecha de recuerdos y es más sano vivir con ellos que sin ellos.
Así pues, la preocupación acosa a muchos que se preguntan cuándo será oportuno someterse a exámenes. Muchos ancianos temen hacer ruido y con frecuencia la sociedad los trata con indiferencia. Los gobiernos gastan muy poco en investigaciones sobre el Alzheimer: en el caso de Gran Bretaña, 3 por ciento de lo que se destina al cáncer. Dadas las tendencias demográficas, que predicen una elevación constante en la proporción de personas de más de 50 años, el Alzheimer merece mayor atención.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya
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