Los nuggets de pollo adornan los afiches de las paredes de los locales de comida rápida y, en su versión congelada (lista para ir a la sartén) se almacenan en nuestras refrigeradoras.
Su exquisita imagen antojan a más de uno a pedir una buena porción de este alimento. Pero, cuidado. ¿Está realmente comiendo nutritivos pedazos de pollo?
Parecida a una especie de yogur de fresa congelado o a un chicle gigante, la pasta de color rosado es utilizada para hacer los exitosos nuggets de pollo. Estos resultan de triturar pollos enteros "separados mecánicamente", según lo revela el estadounidense Michael Kindt en su blog Early Onset of Night.
Y el proceso no queda ahí. Como la masa resultante se encuentra llena de bacterias, es lavada con amoníaco para matarlas. Después, para ocultar el desagradable sabor del compuesto químico, la pasta es saborizada y coloreada artificialmente.
Asqueroso, ¿no? Sin embargo, no podemos afirmar categóricamente que en nuestro país pase lo mismo. Mientras tanto, confiemos en que los nuggets que nos sirven o que compramos para freír estén hechos solo con pechuga o piernas de pollo. ¿Qué nos queda para las hamburguesas de vaca, no?
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