En realidad el eufemismo de “dolar blue” que usualmente era dólar negro, debería llamarse ahora oficial. El dólar inventado del gobierno en 4.80 está escalando y la historia indica que cada vez que hubo un desdoblamiento entre uno y el otro, el oficial terminó acompañando el paralelo.
Este invento es un nuevo impuesto a los exportadores y algo vedado a los compradores para atesorar y viajar al extranjero. Las tarjetas de crédito ahora son penadas con un 15% y ya no saben cómo detener el deterioro del peso y la aventura en la que se embarcaron. Las libertades individuales deberían respetar el hecho de que la gente ahorre en lo que desee y pueda comprar con su dinero bien ganado lo que fuera.
Claramente habiendo tanta evidencia de que estas cosas no funcionan, se ve que se trata nuevamente de un gobierno populista y que está destruyendo la Argentina en beneficio de sí. Quienes la construyeron fueron exactamente a quien ellos apuntan como sus destructores. La Argentina –que fuera séptimo lugar en el mundo- no fue exactamente la Argentina gobernada por montoneros setentistas.
Actualmente por sobre 6.40, el dólar blue es el único que se puede comprar y el contado con liquidación en el exterior se está pagando o cobrando valores porcentuales siderales.
El problema no es el dólar sino el peso. No es la patria financiera ni la oligarquía ni el campo ni el proletariado. Es simplemente la gente que no puede ahorrar en una moneda que no mantiene su valor sea cual sea esta. El refugio en algo estable de los ahorros logrados con el esfuerzo es algo genuino y respetable.
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