Diciembre 18, 2007: De acuerdo con nuevos datos proporcionados por varios observatorios de la NASA, un potente chorro que proviene de un agujero negro supermasivo está arremetiendo contra una galaxia cercana. Esta violencia sin precedente podría tener un importante efecto sobre los planetas que se encuentren en la trayectoria del chorro y podría incluso provocar el nacimiento de nuevas estrellas tras el paso de su estela destructora.
Esta escena de la vida real, que bien podría formar parte de la más extravagante de las historias de ciencia ficción, se desarrolla en un sistema galáctico binario muy lejano, conocido como 3C321. Hay dos galaxias que giran en órbita, una alrededor de la otra. Un agujero negro supermasivo, ubicado en el centro de la galaxia más grande de ese sistema, arroja un chorro en dirección de su compañera más pequeña.
Arriba: Fotomontaje de 3C321. Descienda a través de esta página para ver una ilustración en la que aparecen rotuladas las galaxias y el chorro. [Más información]
"Hemos visto muchos de estos chorros producidos por agujeros negros, pero es la primera vez que vemos que uno de ellos pega contra otra galaxia", dice Dan Evans, científico del Centro Harvard-Smithsoniano de Astrofísica (Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics, en idioma inglés) y líder del estudio. "Este chorro podría estar provocando innumerables problemas a la galaxia más pequeña que recibe el ataque".
Chorros como este, producidos por agujeros negros supermasivos, generan enormes cantidades de radiación, en especial rayos X y rayos gama, los cuales, en grandes cantidades, pueden resultar letales. La combinación de los efectos de esta radiación y los de las partículas que viajan en el espacio prácticamente a la velocidad de la luz podría resultar muy dañina para la atmósfera de planetas que se encuentren ubicados en la trayectoria del chorro. Las capas de ozono que protegen la atmósfera superior de los planetas, por ejemplo, podrían ser destruídas.
Arriba: Una ilustración de 3C321 en la cual se identifican galaxias y chorros. [Más información]
Probablemente, el efecto del chorro sobre la galaxia acompañante sea considerable, porque ambas galaxias en el sistema 3C321 se encuentran ubicadas extremadamente cerca una de la otra, a una distancia aproximada de sólo 20.000 años luz. La distancia que las separa es similar a la que existe entre la Tierra y el centro de la Vía Láctea.
Tanto el chorro como el ataque galáctico fueron descubiertos gracias a esfuerzos realizados utilizando telescopios en la Tierra y en el espacio. El Observatorio de Rayos-X Chandra, de la NASA, y los telescopios espaciales Hubble y Spitzer formaron parte del grupo de instrumentos empleados en esta investigación. Asimismo, en esta campaña fue necesario utilizar dos radiotelescopios sofisticados (el de Muy Largo Alcance o Very Large Array -VLA- por su sigla en idioma inglés, ubicado en Socorro, Nuevo México, y la Red Multi-Elemento de Interferometría Radio Conectada o Multi-Element Radio Linked Interferometer Network -MERLIN- por su sigla en idioma inglés, en el Reino Unido).
Una mancha brillante observada en las imágenes recogidas por ambos radiotelescopios indica el lugar donde el chorro golpeó el lado de la galaxia, disipando de este modo parte de su energía. El golpe afectó y desvió el chorro.
Una característica especial del descubrimiento en el sistema galáctico binario 3C321 es la corta duración de este acontecimiento a escalas de tiempo cósmicas. Algunos detalles observados en las imágenes producidas con el VLA y con el observatorio Chandra indican que el chorro comenzó a impactar contra la galaxia hace aproximadamente un millón de años, lo cual representa una pequeña fracción de la vida del sistema.
Es posible que este acontecimiento no signifique malas noticias para la asediada galaxia. La enorme cantidad de energía y de radiación que ingresa proveniente del chorro podría provocar la formación de una gran cantidad de estrellas y de planetas luego de que su estela inicial de destrucción haya finalizado. En un futuro lejano, dicen los investigadores, sistemas enteros de estrellas nuevas podrían tener que agradecer su propia existencia a este mortífero chorro.
Definivamente extravagante.
fuente: NASA
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