Nací con una rara enfermedad visual llamada acromatopsia, es decir, incapacidad total para ver los colores, así que nunca he visto los colores y no sé cómo son, porque vengo de un mundo en escala de grises. Para mí el cielo es siempre gris, las flores son siempre grises, y la televisión sigue siendo en blanco y negro. Pero desde los 21 años, en lugar de ver los colores, los puedo oír. En el 2003 comencé un proyecto con el ingeniero informático Adam Montandon, y el resultado, con la colaboración adicional de Peter Kese de Eslovenia y Matias Lizana de Barcelona, es este ojo electrónico. Es un sensor de color que detecta la frecuencia de color enfrente de mí —(Sonidos de frecuencia)— y envía esta frecuencia a un chip instalado detrás de mi cabeza, y oigo el color enfrente de mí a través del hueso, a través de la conducción ósea. (Sonidos de frecuencia)
Entonces, si tengo por ejemplo... Este es el sonido del púrpura. (Sonidos de frecuencia) Y este es el sonido de la hierba. (Sonidos de frecuencia) Este es el rojo, como TED. (Sonidos de frecuencia) Este es el sonido de un calcetín sucio. (Risas) Que es como amarillo. Como llevo ocho años escuchando los colores, desde el 2004, me parece completamente normal oírlos todo el tiempo. Al principio tuve que memorizar los nombres que dan a cada color, luego tuve que memorizar las notas musicales, pero después de algún tiempo, toda esta información se convirtió en una percepción. No tenía que pensar en las notas. Y luego esta percepción se convirtió en una sensación.
Comencé a tener colores favoritos, y empecé a soñar a colores. Empecé a soñar a colores cuando sentí que el software y mi cerebro se habían unido, porque en mis sueños, era mi cerebro el que creaba sonidos electrónicos. No era el software, entonces ahí fue cuando empecé a sentirme un cíborg. Cuando empecé a sentir que el dispositivo cibernético ya no era un dispositivo. Se había convertido en una parte de mi cuerpo, una extensión de mis sentidos, y después de un tiempo, hasta se convirtió en una parte de mi imagen oficial. Este es mi pasaporte desde el 2004. En los pasaportes del Reino Unido no se permiten fotos con equipos electrónicos, pero yo insistí en la oficina de pasaportes en que lo que veían era en realidad una nueva parte de mi cuerpo, una extensión de mi cerebro, y finalmente aceptaron que apareciera con esa foto en el pasaporte. Mi vida ha cambiado radicalmente desde que escucho el color, porque el color está casi en todas partes.
Por ejemplo, el cambio más grande es ir a una galería de arte y poder escuchar un Picasso. Es como ir a una sala de conciertos, porque puedo escuchar las pinturas. Para mí los supermercados son impactantes, es muy fascinante recorrerlos. Es como ir a un club nocturno. Están llenos de melodías diferentes. (Risas) ¡Sí! Especialmente la sección de artículos de limpieza. Es sencillamente fabuloso. (Risas) También mi forma de vestir ha cambiado. Antes me vestía para verme bien. Ahora me visto para sonar bien. (Risas) (Aplausos) Hoy estoy vestido en do mayor, que es un acorde bastante feliz. (Risas) En cambio, si tuviera que ir a un funeral, me vestiría en si menor, que sería turquesa, morado y naranja. (Risas)
También ha cambiado la forma en que veo la comida, porque ahora puedo ver lo que tengo en el plato, entonces puedo comer mi canción favorita. (Risas) Dependiendo de cómo la veo, puedo sentir y componer música con la comida. Imaginen un restaurante donde se pudiera pedir una ensalada Lady Gaga como entrada. (Risas) Esto probablemente incitaría a los adolescentes a comer verduras. O bien, un concierto para piano de Rachmaninov como plato principal, y algo de Bjork o Madonna como postre, sería un restaurante fantástico donde realmente se podría comer canciones. La forma en que percibo la belleza también ha cambiado, porque cuando miro a alguien, oigo su cara, así que alguien podría parecer muy bonito, pero sonar horriblemente. (Risas)
O podría suceder lo contrario. Me gusta crear retratos sonoros de la gente. En vez de retratar el rostro de una persona, dibujar la forma, la señalo con el ojo electrónico y escribo las diferentes notas que oigo, y luego creo retratos sonoros. Estas son algunas de las caras. (Acordes musicales) Sí, Nicole Kidman suena bien. (Risas) Algunas personas que no tienen nada que ver tienen un sonido similar. El príncipe Carlos tiene cierto parecido con Nicole Kidman. Los sonidos de sus ojos son parecidos. Relacionan personas que nunca hubieran asociado, y de hecho pueden hacer conciertos mirando las caras del público. Conecto el ojo electrónico y toco las caras del público. Lo bueno es que, si el concierto no suena bien, es culpa de ellos. No es mi culpa, porque... (Risas) Otra cosa que pasa es que empiezo a tener este efecto secundario, es decir, que los sonidos normales comienzan a convertirse en color.
Oí sonar el teléfono y lo sentí verde porque tiene el mismo sonido del color verde. Los pitidos de la BBC suenan turquesa, y escuchar a Mozart se convirtió en una experiencia amarilla, entonces empecé a pintar la música y las voces de la gente, porque las voces de las personas tienen frecuencias que se asocian al color. Y aquí está la música traducida en color. Por ejemplo, la «Reina de la Noche» de Mozart es así: (Música) Muy amarilla y colorida porque hay muchas frecuencias diferentes. (Música) Y esta es una canción completamente diferente. (Música) Es «Baby» de Justin Bieber. (Risas) (Música) Es muy rosa y muy amarilla.
Y luego las voces, puedo transformar los discursos en color, por ejemplo, estos son dos discursos famosos. Uno de ellos es «I have a dream» de Martin Luther King y el otro es de Hitler. Me gusta exhibir estos cuadros en las salas de exposiciones sin la etiqueta, y luego preguntarle a la gente: «¿Cuál le gusta más?» La mayoría cambia de preferencia cuando les digo que el de la izquierda es Hitler y el de la derecha es Martin Luther King. Llegué a percibir 360 colores, como en la visión humana.
Era capaz de diferenciar todos los grados del círculo cromático. Pero luego empecé a pensar que la visión humana no era suficientemente buena. Hay muchos más colores que nos rodean que no podemos percibir, pero que el ojo electrónico sí puede percibir. Entonces decidí seguir ampliando mi percepción del color, y agregué infrarrojos y ultravioletas a la escala de color traducida en sonido, y ahora oigo colores que el ojo humano no puede percibir. Por ejemplo, percibir los infrarrojos es útil porque se puede identificar si hay detectores de movimiento en una habitación.
Puedo oír si alguien me apunta con un control remoto. Y lo bueno de la percepción ultravioleta es que se puede oír si es un buen día o un mal día para tomar el sol, porque los ultravioletas son un color peligroso que realmente nos puede matar, así que creo que todos deberíamos percibir las cosas que no podemos percibir. Es por eso que hace dos años creé la «Cyborg Foundation», una fundación que trata de ayudar a la gente a convertirse en cíborg y la alienta a ampliar sus sentidos usando la tecnología como parte del cuerpo.
Todos deberíamos pensar que el conocimiento viene de nuestros sentidos, entonces si los ampliamos, por consiguiente, se ampliará nuestro conocimiento.
Creo que la vida será mucho más emocionante si dejamos de crear aplicaciones para los teléfonos celulares y empezamos a crear aplicaciones para nuestro cuerpo. Creo que esto será un cambio muy importante que veremos en este siglo. Así que animo a todos a pensar en los sentidos que les gustaría ampliar. Los animo a convertirse en cíborgs. No estarán solos. Gracias. (Aplausos)
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