Las Leónidas son una lluvia de meteoros que se produce cada año entre el 15 y el 21 de noviembre, alcanzando un máximo de intensidad el 18 de noviembre. Cada 33 años, las Leónidas muestran un pico de actividad debido a que el polvo del cometa Tempel-Tuttle no está distribuido homogéneamente a lo largo de su órbita. En años normales, las Leónidas producen tasas del orden de diez a quince meteoros por hora. Denison Olstead, profesor de la Universidad de Yale, observó que los trazos de los meteoros parecían provenir de la constelación de Leo, lo que dio su nombre al fenómeno. Este punto en el cielo se denomina radiante.
El color de estos meteoros es generalmente rojizo, son muy rápidos, ya que la Tierra los encuentra de frente, y con frecuencia dejan tras sí una estela de color verde que persiste durante unos pocos segundos. Su distribución a lo largo de la órbita no es uniforme, por cuanto están concentrados en un enjambre más denso que ha dado lugar a las grandes lluvias de estrellas.
Los cometas están compuestos de hielo y polvo. Cada vez que un cometa se acerca al sol el hielo se sublima y libera partículas.
Algunas llegan a fracturarse y romperse en pedazos por efecto del incremento de la temperatura (Comet 57P, Shoemaker-Levy 9).
Eventualmente el polvo se distribuye alrededor de la órbita del cometa. Cuando la Tierra cruza o se acerca a una de estas franjas se produce una lluvia de meteoros y - en casos muy especiales - una tormenta de más de miles por hora.
En la tormenta de 2001 se registró una tasa THZ máxima de 1.500 meteoros por hora.
Alrededor de las 4 AM, en el hemisferio sur (incluye Argentina), se verá sobre el este a Saturno, a Marte hacia el norte a unos 30 grados de elevación sobre el horizonte y entre ellos, Leo. Si disponen de buenos binoculares o un pequeño telescopio, podrán deleitarse también viendo los anillos de Saturno.
Entre Saturno y Marte que se identifica por su color rojizo, está Régulus, la estrella más brillante de la constelación de Leo.
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