En algún momento de la terapia, tarde o temprano, cada paciente dice las mismas palabras: “yo no puedo con “esto”. “Esto” es, precisamente, el corazón de su aprendizaje.
“Esto” puede ser enfrentar el terror y la ira que bloquean la creatividad; abandonar el papel de víctima y sostenerse sobre sus propios pies; liberarse de la humillación y relacionarse; rendirse y dejar el control; abrirse a los sentimientos, etc.
Muchos pueden pasar años dando vueltas, pelando capas exteriores de cebolla, sin llegar nunca al centro de su personalidad. Se pueden engañar creyendo que están en proceso, pero la realidad es que siguen recreando las mismas condiciones una y otra vez sin solucionar lo que ocasiona su sufrimiento y frustración.
Otros realmente realizan su bella tarea interna, encontrándose cada tanto con que vuelven al mismo punto: “¡otra vez esto!”. Se desaniman, pensando que ha sido inútil lo experimentado. No es así.
“Esto”, el más grande desafío de cada personalidad, es la oportunidad de movilizar los recursos, de sacar el potencial, de abrir el corazón, de ser sabios, de integrarnos al atraer todos nuestros aspectos, de continuar en una espiral de crecimiento infinita. Cuando llegamos a un punto en que parece que ya estábamos, lo que sucede es que hemos dado una vuelta de la espiral y ahora tenemos que dejar ese nivel para elevarnos al próximo. “Esto” es siempre el lugar desde donde lo hacemos en cada encarnación.
Si creemos que no podremos con ese desafío es porque, entre otras cosas, nos han inculcado que la forma de evolucionar es a través del sufrimiento y la lucha. Como cargamos tanto dolor a lo largo de los años, no queremos más. Nos acobardamos, nos defendemos, nos desilusionamos, nos anestesiamos, nos deprimimos, nos cerramos. Muertos en vida, siguiendo falsos objetivos, funcionando a través de la voluntad y no del placer, resignados a la mediocridad.
Ese sufrimiento acumulado es el resultado de un tema crucial que no pudo ser percibido y/o sanado. Vemos el amontonamiento y pensamos que no podremos con él. No nos damos cuenta de que lo que lo soluciona es tratar la base, lo que produjo la acumulación. O creemos que no contamos con los medios para hacerlo o que venimos “fallados” o que así es la vida.
Parece un panorama desalentador y absurdo, el legado de un Dios perverso. En este ámbito de la espiritualidad, muchos hablan enfáticamente de un Dios bondadoso, pero viven su existencia en el mundo de un Dios siniestro.
¿No es así acaso? Si piensas que no puedes contigo mismo, ¿no estás suponiendo entonces que no eres parte de la Gracia de Dios? ¿No significa eso que piensas que fuiste arrojado aquí, sin misericordia, lleno de problemas que no puedes resolver? ¿No es eso la obra de un Dios perverso?
Estás aquí porque lo elegiste. Forma parte de la maravillosa aventura que elegiste recorrer en la Creación de Dios. ¿Y es acaso Dios algo fuera de ti? No. Eres Dios y eres la ilusión de estar separado de Él. Tú has creado esto para ti. Nadie te ha hecho daño ni tú has dañado a nadie. Sólo tú te estás infringiendo daño al no reconocer que has creado un conflicto de separación para conocerte y recrearte.
Entonces, vuelve a mirar dentro de ti. “Esto”, tu mayor miedo, tu gran desafío, ha sido diseñado por ti para continuar llenándote de luz, de amor, de poder, de armonía. Cuando te resistes, haces de la oscuridad de la ignorancia tu inútil castigo
Ábrete a lo que eres. Confía en tu inmensa capacidad. La energía del conflicto está buscando resolución. Rápida, concreta e integralmente. Desde la esencia hacia la esencia. Con todos los que están alrededor. Y en el más lejano confín. Porque Todos somos Uno.
Así, tú eres continuamente guiado, protegido, sostenido, amado. Si crees que no lo estás es porque el velo de la Matrix te impide verlo y sentirlo. Entrégate y confía en que, al fin, tus ojos encontrarán la Luz y tu corazón el Hogar.
Sitio Web de Laura Foletto: www.abrazarlavida.com.ar – fuente caminos al ser
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