
En los bosques próximos a la ciudad, un contingente de 150 ingenieros y físicos estaban encargados de desarrollar y evaluar todo tipo de armas experimentales, un número importante de las cuales fueron finalmente aprobadas y utilizadas por la maquinaria de guerra nazi.
Cuando Alemania se rindió en mayo de 1945, los científicos en Hillersleben se vieron obligados a abandonar un número importante de innovaciones mortíferas que se encontraban en diversas fases de ejecución. Entre ellas se encontraba el proyecto Sonnengewehr, también llamado "Arma Solar".
El "Arma Solar" se basó en un diseño concebido originalmente por Hermann Oberth, un físico ampliamente acreditado y que fue uno de los padres fundadores de los cohetes y la astronáutica. En 1929, en su libro Wege zur Raumschiffahrt, o "Métodos para Vuelos Espaciales", Oberth presenta una descripción científica de una hipotética estación espacial tripulada, situada en la órbita de la Tierra a una altura de mil kilómetros. En el libro detalló que la teórica construcción se realizaría utilizando distintas secciones prefabricadas, introdujo también en sus descripciones un ciclo de rotación para producir gravedad centrífuga dentro de la estación, y esbozó un sistema de misiones para reabastecer a los tripulantes periódicamente. Oberth abogó por el desarrollo de estas Raumstations para servir como observatorios astronómicos y relés de telégrafo, además de las actividades para la observación de la Tierra, tales como la meteorología, la búsqueda y rescate, y misiones militares y de inteligencia.
Sin embargo, lo que causó el interés de los científicos nazis, fue su sugerencia de que introducir un espejo cóncavo de 100 metros de ancho que podría utilizarse para reflejar la luz solar concentrada en un punto concreto de la Tierra.
El diseño de Oberth había sido ideado inicialmente con intenciones pacíficas, teniendo en mente utilizar el intenso calor para producir electricidad mediante turbinas de vapor, pero los nefastos nazis solamente veían un colosal rayo de calor que podría vencer y someter a la humanidad.

Las ideas diseñadas por Hermann Oberth en 1929 sirvieron como punto de partida, para que los físicos Hillersleben ampliaran el concepto del espejo-espacial considerablemente. En sus cálculos indican un espejo parabólico de al menos tres kilómetros cuadrados, capaz de lograr el deseado poder destructivo (unas 100.000 veces mayor que la mítica máquina de Arquímedes) y cuya órbita ideal sería de 8.200 kilómetros. Tras examinar una serie de materiales brillantes, los científicos determinaron la utilización de sodio metálico, que es un elemento relativamente abundante entre los compuestos naturales. En condiciones normales, el sodio puro se empaña rápidamente y reacciona violentamente a la humedad, sin embargo los investigadores resolvieron que estas deficiencias no plantearían ningún problema en el espacio. Para poner las piezas prefabricadas en órbita, los ingenieros pensaban emplear una versión más potente de los traicioneros cohetes V-2 que Alemania había utilizado para aterrorizar a Londres.
En el interior del salón de la estación, la electricidad se genraría mediante dínamos aliemntadas por vapor, que utilizarían como energía el calor de la radiación solar en bruto.
La estación se complementaría con zapatos magnéticos para permitir a los astronautas nazis trabajar en condiciones de ingravidez, y su oxígeno se repondría constantemente por enormes invernaderos llenos plantas de calabaza sedientas de CO2.

3 comentarios:
Wow! me contaba un amigo que durante la segunda guerra, muchos de los avances post guerra eran estudios sustraídos de los alemanes. Esto del Rayo Solar croe que hasta lo vi en animes pero ignoraba lo de Arquímedes.
Esta buenzo el artículo, saludos
Me alegro que te haya gustado la entrada que adapté de "Damn Interesting".
La próxima vez no estaría de más que citaras las fuentes.
Randall, mis mas profundas disculpas, como veras en el blog, no es lo usual. Solucionado y mis felicitaciones por tus contenidos.
Publicar un comentario