Incontables millones de personas se han adherido racionalmente a ideales humanistas seculares y han vivido vidas significativas, y han contribuido a la construcción de un mundo más humano y democrático. La visión moderna del humanismo secular ha llevado a la aplicación de la ciencia y la tecnología a la mejora de la condición humana. Esto ha tenido un efecto positivo al reducir la pobreza, el sufrimiento en varias partes del mundo, al prolongar la longevidad, al mejorar la transportación y la comunicación, y en hacer posible una nueva vida para más y más gente. Ha emancipado a cientos de millones de personas del ejercicio de la fe ciega y los miedos de la superstición y ha contribuido a su educación y al enriquecimiento de sus vidas. El humanismo secular ha provisto de ímpetu a los seres humanos para resolver sus problemas con inteligencia y perseverancia, para conquistar fronteras geográficas y sociales, y para entender el campo de la exploración humana y la aventura.
Hoy, lamentablemente encaramos una variedad de tendencias antisecularistas: la reaparición de religiones dogmáticas autoritarias; cristianismo literalista y doctrinario; un crecimiento rápido e intransigente del clericalismo musulmán en el Medio Oriente y Asia; la reafirmación del autoritarismo ortodoxo de la jerarquía papal católico-romana; el judaísmo religioso nacionalista, y la regresión a las religiones oscurantistas en Asia. En muchas sociedades occidentales están creciendo cultos nuevos e irracionales, así como creencias bizarras en lo paranormal y lo oculto, tales como la creencia en la astrología, la reencarnación, y el poder misterioso de los supuestos psíquicos. Estos desarrollos inquietantes se dan como consecuencia de la aparición, en las primeras décadas del siglo veinte de movimientos mesiánicos intolerantes y cuasi religiosos totalitarios tales como el fascismo y el comunismo. Estos activistas religiosos no sólo son responsables de mucho del terror y la violencia del mundo actual sino que también son una traba para las soluciones de los problemas más serios del mundo...
El humanismo secular no es un dogma o un credo. Existen grandes diferencias de opinión entre los humanistas seculares en muchos asuntos. No obstante hay un consenso aproximado con respecto a varias proposiciones. Comprendemos que la civilización moderna está amenazada por fuerzas contrarias a la razón, la democracia y la libertad. Muchos creyentes religiosos no dudarán en compartir con nosotros la fe en muchos valores humanistas seculares y democráticos. Les damos la bienvenida para que se nos unan en la defensa de estos ideales:
1.- La libre investigación.- El primer principio del humanismo democrático secular es su compromiso con la investigación libre. Nos oponemos a cualquier tiranía sobre la mente del hombre, cualquier esfuerzo de las instituciones eclesiásticas, políticas, ideológicas o sociales para socavar el pensamiento libre.
La libre investigación supone el reconocimiento de las libertades civiles como integrantes de su propósito, esto es, la persona libre, la libertad de expresión, el derecho a organizar partidos de oposición y de unirse a asociaciones voluntarias, y la libertad de cultivar y publicar los frutos de una libertad científica, filosófica, artística, literaria, moral y religiosa. La libre investigación requiere que toleremos la diversidad de opinión y que respetemos el derecho de los individuos a expresar sus creencias, aunque ellas sean impopulares, sin prohibición social o legal o miedo a las sanciones. Si bien podemos tolerar puntos de vista contrastantes, esto no significa que estén inmunes al escrutinio crítico. La premisa guía de aquellos que creen en la libre investigación es que la verdad puede ser descubierta, con más probabilidades, si existe la oportunidad para el libre intercambio, con frecuencia es, impotente como el resultado. Esto se aplica no sólo a la ciencia y a la vida diaria, sino a la política, la economía, la moralidad, y la religión.
2.- La separación de la Iglesia y el Estado.- A causa de su compromiso con la libertad, los humanistas seculares creen en el principio de la separación de la Iglesia y el Estado. Las lecciones de la historia son claras: dondequiera que una religión o ideología se establece y obtiene una posición dominante en el estado, las opiniones minoritarias están en peligro. Una sociedad pluralista, abierta y democrática permite que todos los puntos de vista sean oídos.
3.- El ideal de libertad.- Hay muchas formas de totalitarismo en el mundo moderno secular y no secular a todos los cuales nos oponemos vigorosamente. Como secularistas democráticos defendemos consistentemente el ideal de libertad, no sólo la libertad de conciencia y creencia de aquellos intereses eclesiásticos, políticos y económicos que buscan reprimirlos, sino la genuina libertad política, la toma de decisión democrática basada en el mandato popular, el respeto por los derechos de las minorías y la norma del derecho. No sólo apoyamos la independencia del control religioso sino también la libertad del control gubernamental jingoísta. Estamos por la defensa de los derechos humanos básicos, incluyendo el derecho de proteger la vida, la libertad, y la búsqueda de la felicidad. En nuestra opinión, una sociedad libre debería alentar, además, algunas medidas de libertad económica sujetas a las restricciones necesarias por el interés público.
4.- La ética basada en la inteligencia crítica.- El humanista secular reconoce el papel central de la moralidad en la vida humana. La ética, ciertamente, fue desarrollada como una rama del conocimiento humano mucho antes que las religiones proclamen sus sistemas morales basados en la autoridad divina. Hay una tradición filosófica influyente que sostiene que la ética es un campo autónomo de búsqueda que los juicios éticos pueden ser formulados independientemente de la religión revelada y que los seres humanos pueden cultivar la razón práctica y la sabiduría y, por su aplicación, lograr vidas virtuosas y excelentes. Por otra parte, los filósofos han enfatizado la necesidad de cultivar un juicio sobre las exigencias de la vida social y para las obligaciones de un individuo y las responsabilidades hacia los demás. De este modo, los secularistas rechazan que la moralidad necesita originarse en la creencia religiosa o que aquellos que no se adhieren a una doctrina sean inmorales.
Para los humanistas seculares, la conducta es, o debería ser juzgada por la razón crítica, y su meta es desarrollar individuos autónomos y responsables, capaces de hacer sus propias elecciones en la vida basados en la comprensión de la conducta humana. Como humanistas seculares creemos en la importancia central del valor de la felicidad humana aquí y ahora. Nos oponemos a la moralidad absolutista, aunque sostenemos que los patrones objetivos surgen, y que los valores y principios éticos pueden ser descubiertos, en el curso de la deliberación ética.
5.- La educación moral.- Creemos que el desarrollo moral deberá ser cultivado en los niños y los jóvenes adultos. No creemos que ninguna secta en particular pueda reclamar como su propiedad exclusiva, valores tan importantes. Por consiguiente es deber de la educación pública manejar estos valores.
6.- El escepticismo hacia lo religioso.- Como humanistas seculares, generalmente, somos escépticos ante las afirmaciones de lo sobrenatural. Reconocemos la importancia de la experiencia religiosa: esa experiencia que redirige y da sentido a las vidas humanas. Negamos, en cambio, que tales experiencias tengan algo que ver con lo sobrenatural. Consideramos al universo el escenario dinámico de las fuerzas naturales que son comprendidas mejor por la investigación científica. Estamos siempre abiertos al descubrimiento de nuevas posibilidades y fenómenos en la naturaleza. Los humanistas seculares pueden ser agnósticos, ateos, racionalistas, o escépticos, pero además encuentran evidencia insuficiente para el sostenimiento de que algún propósito divino exista para el universo.
7.- La razón.- Estamos comprometidos con el uso de los métodos racionales de investigación, la lógica y la evidencia en el desarrollo del conocimiento y en comprobar la veracidad de las afirmaciones. Como los seres humanos están propensos a equivocarse, estamos abiertos a la modificación de todos los principios, incluyendo aquellos que rigen la investigación, creyendo que pueden estar en la necesidad de una constante corrección. Aunque no somos tan ingenuos en creer que la razón y la ciencia puedan fácilmente resolver los problemas humanos, sostenemos en lugar de eso que puedan producir una gran contribución al conocimiento humano y que pueden ser de beneficio a la humanidad. No conocemos un sustituto superior para el cultivo de la inteligencia humana.
8.- La ciencia y la tecnología.- Creemos que el método científico, aunque imperfecto, todavía es la manera más fidedigna de comprender el mundo. Por eso consideramos las ciencias naturales, biológicas, sociales y conductuales para el conocimiento del universo y el lugar del hombre dentro de él.
Mientras seamos conscientes y nos opongamos a los abusos de la tecnología mal aplicada y sus posibles consecuencias perjudiciales para la ecología natural del medio ambiente humano, se nos insta a resistir los esfuerzos irracionales para limitar los avances tecnológicos o científicos. Valoramos los grandes beneficios que la ciencia y la tecnología puedan brindar a la humanidad, pero reconocemos además la necesidad de balancear los avances científicos y tecnológicos con las exploraciones culturales en el arte, la música y la literatura.
9.- La evolución.- Aunque de la teoría de la evolución no se puede decir que haya llegado a su formulación final, o que sea un principio infalible de la ciencia, con todo, está apoyada de manera impresionante por los descubrimientos de muchas ciencias. Puede haber algunas diferencias significativas entre los científicos sobre los mecanismos de la evolución, con todo, la evolución de las especies está apoyada muy enérgicamente por el peso de evidencia difícil de deshechar.
10.- La educación.- En nuestra opinión la educación debería ser el método esencial para construir sociedades humanas libres y democráticas. Las metas de la educación son muchas: la transmisión del conocimiento, la preparación para las ocupaciones, las carreras y la ciudadanía democrática y el fomento del crecimiento moral. Entre sus propósitos vitales deberá estar, además, la tentativa de desarrollar la capacidad de la inteligencia crítica tanto en el individuo y la comunidad.
Conclusión.- El humanismo secular democrático es demasiado importante para que la civilización humana lo abandone. Las personas razonables reconocerán seguramente sus profundas contribuciones al bienestar humano. Sin embargo, estamos rodeados por profetas del día del juicio, del desastre que siempre desean retroceder el reloj de la historia: son la anti-ciencia, la anti-libertad, lo anti-humano. En contraste, la visión secular humanista es básicamente mejorativa, mirando hacia adelante con esperanza, en vez de hacia atrás con desesperación. Estamos comprometidos en extender los ideales de la razón, la libertad, la oportunidad individual y colectiva, y la democracia a través de la comunidad mundial. Los problemas que la humanidad encarara en el futuro -como en el pasado- sin duda, serán complejos y difíciles. Sin embargo, si ella sobrevive podrá hacerlo imponiéndose creatividad y coraje. El humanismo secular pone la confianza en la inteligencia humana más que en la guía divina. Escéptico ante las teorías de redención, castigo y reencarnación los humanistas seculares, intentan aproximarse a la situación humana en términos realísticos: los seres humanos son responsables de su propio destino.
Creemos que es posible producir un mundo más humano, basado en los métodos de la razón y los principios de la tolerancia, compromiso, y las negociaciones de la diferencia. Reconocemos la necesidad de modestia intelectual y la voluntad de revisar la creencias a la luz de la crítica. De este modo, el consenso es, a veces, realizable. Mientras que las emociones son importantes no necesitamos recurrir a panaceas de salvación, escapar a través de la ilusión o de algún salto desesperado hacia la pasión y la violencia. Deploramos el crecimiento de credos intolerantes y sectarios que fomentan el odio. En un mundo hundido por el oscurantismo y el irracionalismo es vital que los ideales de la ciudad secular no se pierdan.
(Traducción al castellano de M. A. Paz y Miño)
Paul Kurtz
Profesor emérito de filosofía, Universidad Estatal de Nueva York.
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SINOPSIS: CRÍTICA A LA UTOPÍA JUDEO CRISTIANA. En un principio el cristianismo fue un movimiento laico. La Epístola apócrifa de los Hechos de Felipe, expone al cristianismo como continuación de la paideía griega, promovida por los sabios alejandrinos que fueron los primeros en percatarse del movimiento cristiano cuando unos griegos se entrevistaron con Cristo (Jn XII, 20 al 24). Los pueblos helénicos tratando de alcanzar los fines trascendentales de la paideía siguieron a Cristo como el mejor modo de alcanzar la virtud practicando el altruismo, el misticismo y el activismo social, intensos; por ello lucharon por helenizar el cristianismo a fin de estructurar la fe conforme a la razón. Lo cual propició el choque entre culturas ante la oposición radical e intransigente de los príncipes de la sinagoga tendente a evitar que se helenizara el cristianismo. Separando la fe de la razón __cuya unión inseparable, Cristo había revelado metafóricamente al ciego de nacimiento (Jn IX, 39)__ para judaizar el cristianismo y mantenerlo sujeto a los intereses judíos. Provocando en los pueblos cristianos la estulticia generalizada y la entronización del oscurantismo, al olvidar las raíces helenistas de nuestra cultura; lo cual ha convertido las Iglesias en sinagogas, los sacerdotes en rabinos y los cristianos en siervos del gobierno mundial judío. Así el movimiento cristiano dejó de ser laico y dejó de perseguir los fines últimos de la paideía; y por ello, no hemos alcanzado la sociedad perfecta ni la trascendencia humana.
El triunfo del judeo cristianismo sobre el incipiente helenismo cristiano es eminente. Debido a que el progreso de las ciencias y las humanidades amenaza con derrumbar la doctrina medieval de la iglesia. Las opciones que tenemos son: 1) terminar de judaizar el cristianismo, abrogando de nuestra fe el dogma de la divinidad de Cristo, el dogma de la Santísima Trinidad, el dogma de la Nueva Alianza, convirtiendo a Cristo en un profeta mas de Israel. 2) terminar de actualizar el helenismo cristiano estructurando la fe conforme a la razón: sacralizando la doctrina y la teoría de la trascendencia humana y la sociedad perfecta predicada por Cristo. Abrogando el Antiguo Testamento de nuestra fe por ser una mitología oscurantista y enajenante; lo cual abrogaría la Reforma Protestante, uniría la religión y la ciencia, y uniría las Iglesias en Cristo. Y para lograrlo es necesario criticar el profetismo judío enmarcando científicamente la controversia entre la fe y la razón en el fenómeno espiritual de la transformación humana, utilizando los principios universales de la filosofía y la ciencia de conocimiento espiritual a fin de deslindar del camino ecuménico para hacer objetiva la desviación del cristianismo hacia la ecumene Abrahán-ica que nos conduce al precipicio de la perdición eterna. 3) prescindir de la religión organizada secularizando el cristianismo convirtiéndolo en un movimiento laico.
Ante el eminente seísmo que se avecina, los rabinos han promovido sutilmente la lucha intestina entre conservadores y modernistas, a fin de abrogar la doctrina fruto de los concilios, evitando que se critique al profetismo judío. La crítica al profetismo judío comienza por revisar la sentencia dictada por Cristo en su diatriba contra el puritanismo hipócrita de los sacerdotes y escribas de la ley, señalando como reos de pena eterna a los seguidores de la doctrina (ethos supremaciíta) y ejemplo (pathos avasallante, criminal y genocida serial) judíos. Debido a que S. S. Juan Pablo II difiere de esta sentencia culposa opinando que los judíos son nuestros hermanos mayores en la fe.
Los libre pensadores defensores de Cristo, la Iglesia y de las raíces greco-romanas de nuestra cultura, apostando por el helenismo cristiano, criticamos el profetismo judío aportando los elementos de juicio que justifican la abrogación del Antiguo Testamento de nuestra fe:
• Enmarcando la disertación científica en el fenómeno de la trasformación humana abordado por la doctrina y la teoría de la trascendencia humana: conceptualizada por la sabiduría védica, instruida por Buda e ilustrada por Cristo; la cual concuerda con los planteamientos de la filosofía clásica y moderna, y las conclusiones comparables de la ciencia: (psicología: logoterápia), congruencia que da certidumbre a nuestros juicios de valor.
• Enmarcando la disertación filosófica en: “el deslinde del camino ecuménico que tiene como polos la trascendencia humana y la sociedad perfecta. Utilizando los principios universales del saber filosófico y espiritual como tabla raza, a fin de hacer objetivo el desvió del cristianismo hacia la ecumene Abraham-ica demarcada por los convencionalismos de lo que es sagrado para de Israel” (su territorio, su pueblo, sus ancestros, Jerusalén, el templo, y el libro de Israel), conducidos por San Pablo para que los hijos de Israel seguidores de Cristo siguieran siendo Israel, y los gentiles cristianos ayudaran a Israel a llegar a ser la principal de las naciones; y para perpetuar el error separó la fe de la razón: [1ª Corintios I, 17 al 27], e indujo el error fundamental [2ª Timoteo 16, 17] que nos lleva a conclusiones falsas que nos confunden, conflictuan, enajenan y deshumanizan, polarizando la sociedad en explotadores y oprimidos. Convirtiendo en paradoja el cuestionamiento sobre la relación entre la fe y la razón planteado por los helénicos a San Pablo en el Areópago, lo cual ha mantenido perpleja a la humanidad en espera de una respuesta satisfactoria
• Enmarcando la disertación jurídica en la revisión del diferendo pontificio {opuesto a la sentencia dictada por Cristo [Mateo XXIII, 1 al 35] en su crítica a la utopía judía señalando como reos de castigo eterno a los seguidores de la doctrina (el ethos) y la conducta (el pathos) de Israel -VS- la honorable opinión de Su Excelencia Juan Pablo II señalando a Israel como hermano mayor en la fe} a la luz de los hechos bíblicos e históricos; para demostrar que sigue vigente el ad quem recurrido y el diferendo es una apostasía mayor tendente a judaizar el cristianismo
• Dejando al descubierto las implicaciones educativas, judiciales, morales y religiosas del latrocinio de tracto continúo en que incurren las iglesias y organizaciones religiosas al encubrir tendenciosamente el error fundamental; así como el interés jurídico y competencia del Estado para conocer y juzgar este relevante asunto, en razón del severo daño moral causado a la sociedad.
• Convocando el emplazamiento a juicio de las Iglesias y organizaciones religiosas tendenciosas, a efecto de corregir el error fundamental. En primera instancia ante el tribunal de la razón, en segunda instancia ante el tribunal de la ley. Y en tercera instancia en el estrado revolucionario de la justa indignación pública expulsando de las Iglesias a los sacerdotes y pastores fideístas renuentes a corregir el error fundamental; tal como lo hizo Cristo cuando expulsó del templo a los mercaderes.
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