24 de octubre de 2010

Experimento psicológico de Milgram

image El experimento de Milgram fue un experimento psicológico de la Universidad de Yale, a los participantes se les dijo que se trataba de un experimento sobre los efectos del castigo en el aprendizaje. Tu tarea consistía en enseñarle a unos “aprendices” una lista de palabras, y cada vez que la otra persona se equivocara, debía aplicarle una descarga eléctrica. Además, la descarga eléctrica iba en aumento, llegando a un máximo de 450 voltios, un voltaje que puede ser mortal.


Experimento de Milgram - experimento psicológico

En el experimento, los aprendices siempre se equivocaban, lo que hacía que el voltaje de las descargas fuera aumentando hasta llegar a unos niveles terribles, en que los aprendices gritaban de dolor y suplicaban que se detuviera el experimento; en ese punto, Milgram conminaba al participante a ignorar estas súplicas y continuar con el experimento, sin importar si las descargas podían matar al aprendiz.

Lo que los participantes no sabían es que el generador de descargas eléctricas no funcionaba, y que los supuestos aprendices a los que debían castigar si no se aprendían la lista eran en realidad actores. El objetivo real del experimento era poner a prueba los límites de la obediencia; comprobar si una persona está dispuesta a llegar hasta final cuando está obedeciendo órdenes. El 65% de los participantes llegaron al límite de 450 voltios.

El experimento de Milgram fue una serie de experientos de psicología social llevado a cabo por Stanley Milgram, psicólogo en la Universidad de Yale, y descrito en un artículo publicado en 1963 en la revista Journal of Abnormal and Social Psychology bajo el título Behavioral Study of Obedience (Estudio del comportamiento de la obediencia) y resumido en 1974 en su libro Obedience to authority. An experimental view (Obediencia a la autoridad. Un punto de vista experimental). El fin de la prueba era medir la buena voluntad de un participante a obedecer las órdenes de una autoridad aun cuando éstas puedan entrar en conflicto con su conciencia personal.

Los experimentos comenzaron en julio de 1961, tres meses después de que Adolf Eichmann fuera juzgado y sentenciado a muerte en Jerusalén por crímenes contra la humanidad durante el régimen nazi en Alemania. Milgram ideó estos experimentos para responder a la pregunta: ¿Podría ser que Eichmann y su millón de cómplices en el Holocausto sólo estuvieran siguiendo órdenes? ¿Podríamos llamarlos a todos cómplices?

Milgram resumiría el experimento en su artículo "Los peligros de la obediencia" en 1974 escribiendo:

Los aspectos legales y filosóficos de la obediencia son de enorme importancia, pero dicen muy poco sobre cómo la mayoría de la gente se comporta en situaciones concretas. Monté un simple experimento en la Universidad de Yale para probar cuánto dolor infligiría un ciudadano corriente a otra persona simplemente porque se lo pedían para un experimento científico. La férrea autoridad se impuso a los fuertes imperativos morales de los sujetos (participantes) de lastimar a otros y, con los gritos de las víctimas sonando en los oídos de los sujetos (participantes), la autoridad subyugaba con mayor frecuencia. La extrema buena voluntad de los adultos de aceptar casi cualquier requerimiento ordenado por la autoridad constituye el principal descubrimiento del estudio.

Stanley Milgram. The Perils of Obedience (Los peligros de la obediencia. 1974)

Método del experimento

A través de anuncios en un periódico de New Haven (Connecticut) se reclamaban voluntarios para participar en un ensayo relativo al "estudio de la memoria y el aprendizaje" en Yale, por lo que se les pagaba cuatro dólares (equivalente a 28 dólares actuales) más dietas. A los voluntarios que se presentaron se les ocultó que en realidad iban a participar en un investigación sobre la obediencia a la autoridad. Los participantes eran personas de entre 20 y 50 años de edad de todo tipo de educación: desde los que acababan de salir de la escuela primaria a participantes con doctorados.

El experimento requiere tres personas: El experimentador (el investigador de la universidad), el "maestro" (el voluntario que leyó el anuncio en el periódico) y el "alumno" (un cómplice del experimentador que se hace pasar por participante en el experimento). El experimentador le explica al participante que tiene que hacer de maestro, y tiene que castigar con descargas eléctricas al alumno cada vez que falle una pregunta.

A continuación, cada uno de los dos participantes escoge un papel de una caja que determinará su rol en el experimento. El cómplice toma su papel y dice haber sido designado como "alumno". El participante voluntario toma el suyo y ve que dice "maestro". En realidad en ambos papeles ponía "maestro" y así se consigue que el voluntario con quien se va a experimentar reciba forzosamente el papel de "maestro".

Separado por un módulo de vidrio del "maestro", el "alumno" se sienta en una especie de silla eléctrica y se le ata para "impedir un movimiento excesivo". Se le colocan unos electrodos en su cuerpo con crema "para evitar quemaduras" y se señala que las descargas pueden llegar a ser extremadamente dolorosas pero que no provocarán daños irreversibles. Todo esto lo observa el participante.

A los participantes se les comunicaba que el experimento estaba siendo grabado, para que supieran que no podrían negar a posteriori lo ocurrido.

Se comienza dando tanto al "maestro" como al "alumno" una descarga real de 45 voltios con el fin de que el "maestro" compruebe el dolor del castigo y la sensación desagradable que recibirá su "alumno". Seguidamente el investigador, sentado en el mismo módulo en el que se encuentra el "maestro", proporciona al "maestro" una lista con pares de palabras que ha de enseñar al "alumno". El "maestro" comienza leyendo la lista a éste y tras finalizar le leerá únicamente la primera mitad de los pares de palabras dando al "alumno" cuatro posibles respuestas para cada una de ellas. Éste indicará cuál de estas palabras corresponde con su par leída presionando un botón (del 1 al 4 en función de cuál cree que es la correcta). Si la respuesta es errónea, el "alumno" recibirá del "maestro" una primera descarga de 15 voltios que irá aumentando en intensidad hasta los 30 niveles de descarga existentes, es decir, 450 voltios. Si es correcta, se pasará a la palabra siguiente.

El "maestro" cree que está dando descargas al "alumno" cuando en realidad todo es una simulación. El "alumno" ha sido previamente aleccionado por el investigador para que vaya simulando los efectos de las sucesivas descargas. Así, a medida que el nivel de descarga aumenta, el "alumno" comienza a golpear en el vidrio que lo separa del "maestro" y se queja de su condición de enfermo del corazón, luego aullará de dolor, pedirá el fin del experimento, y finalmente, al alcanzarse los 270 voltios, gritará de agonía. Lo que el participante escucha es en realidad un grabación de gemidos y gritos de dolor. Si el nivel de supuesto dolor alcanza los 300 voltios, el "alumno" dejará de responder a las preguntas y se producirán estertores previos al coma.

Por lo general, cuando los "maestros" alcanzaban los 75 voltios, se ponían nerviosos ante las quejas de dolor de sus "alumnos" y deseaban parar el experimento, pero la férrea autoridad del investigador les hacía continuar. Al llegar a los 135 voltios, muchos de los "maestros" se detenían y se preguntaban el propósito del experimento. Cierto número continuaba asegurando que ellos no se hacían responsables de las posibles consecuencias. Algunos participantes incluso comenzaban a reír nerviosos al oír los gritos de dolor provenientes de su "alumno".

Si el "maestro" expresaba al investigador su deseo de no continuar, éste le indicaba imperativamente y según el grado:

  • Continúe, por favor.
  • El experimento requiere que usted continúe.
  • Es absolutamente esencial que usted continúe.
  • Usted no tiene opción alguna. Debe continuar.

Si después de esta última frase el "maestro" se negaba a continuar, se paraba el experimento. Si no, se detenía después de que hubiera administrado el máximo de 450 voltios tres veces seguidas.

En el experimento original, el 65% de los participantes (26 de 40) aplicaron la descarga de 450 voltios, aunque muchos se sentían incómodos al hacerlo. Todo el mundo paró en cierto punto y cuestionó el experimento, algunos incluso dijeron que devolverían el dinero que les habían pagado. Ningún participante se negó rotundamente a aplicar más descargas antes de alcanzar los 300 voltios.

El estudio posterior de los resultados y el análisis de los múltiples tests realizados a los participantes demostraron que los "maestros" con un contexto social más parecido al de su "alumno" paraban el experimento antes.

Además de este proyecto, Milgram realizó otro en el que se utilizaban ratones de experimentación. El experimento consistía en mostrarles la salida a los ratones, dentro de una caja de paredes electrificadas. El ratón entendía que la salida no le beneficiaba y seguía a la próxima pared, para así encontrar la salida. El experimento muestra que el ratón tanto como el ser humano puede ser condicionado con presión para hacer lo que pide el demandante o maestro como en el experimento con alumnos.

Resultados del experimento

Milgram rodó una película documental que demostraba el experimento y sus resultados, titulada Obediencia, cuyas copias originales son difíciles de encontrar hoy en día.

Antes de llevar a cabo el experimento, el equipo de Milgram estimó cuáles podían ser los resultados en función de encuestas hechas a estudiantes, adultos de clase media y psicólogos. Consideraron que el promedio de descarga se situaría en 130 voltios con una obediencia al investigador del 0%. Todos ellos creyeron unánimemente que solamente algunos sádicos aplicarían el voltaje máximo.

El desconcierto fue grande cuando se comprobó que el 65% de los sujetos que participaron como "maestros" en el experimento administraron el voltaje límite de 450 a sus "alumnos", aunque a muchos les colocase el hacerlo en una situación absolutamente incómoda. Ningún participante paró en el nivel de 300 voltios, límite en el que el alumno dejaba de dar señales de vida. Otros psicólogos de todo el mundo llevaron a cabo variantes de la prueba con resultados similares, a veces con diversas variaciones en el experimento.

En 1999, Thomas Blass, profesor de la universidad de Maryland publicó un análisis de todos los experimentos de este tipo realizados hasta entonces y concluyó que el porcentaje de participantes que aplicaban voltajes notables se situaba entre el 61% y el 66% sin importar el año de realización ni la localización de los estudios.

Interpretaciones

El profesor Milgram elaboró dos teorías que explicaban sus resultados:

  • La primera es la teoría del conformismo, basada en el trabajo de Solomon Asch, que describe la relación fundamental entre el grupo de referencia y la persona individual. Un sujeto que no tiene la habilidad ni el conocimiento para tomar decisiones, particularmente en una crisis, lo cual llevará la toma de decisiones al grupo y su jerarquía. El grupo es el modelo de comportamiento de la persona.
  • La segunda es la teoría de la cosificación (agentic state), donde, según Milgram, la esencia de la obediencia consiste en el hecho de que una persona se mira a sí misma como un instrumento que realiza los deseos de otra persona y por lo tanto no se considera a sí mismo responsable de sus actos. Una vez que esta transformación de la percepción personal ha ocurrido en el individuo, todas las características esenciales de la obediencia ocurren. Este es el fundamento del respeto militar a la autoridad: los soldados seguirán, obedecerán y ejecutarán órdenes e instrucciones dictadas por los superiores, con el entendimiento de que la responsabilidad de sus actos recae en el mando de sus superiores jerárquicos.

Variaciones

En su libro Obedience to Authority: An Experimental View, Milgram describe diecinueve variaciones de su experimento. Generalmente, cuando la cercanía física de la víctima era incrementada, la obediencia del participante decrecía, cuando la distancia física de la autoridad era menor, la obediencia del participante incrementaba (experimentos 1 al 4). Por ejemplo, en el experimento 2, donde los participantes recibían instrucciones por teléfono, la obediencia disminuyó en 21 por ciento. Es interesante que algunos participantes trataron de engañar a la autoridad (el experimentador) fingiendo que continuaban con el experimento. En la variación donde la víctima tenía la mayor cercanía física con el participante, cuando los participantes tenían que mantener físicamente el brazo de la víctima sobre la placa que generaba la descarga eléctrica, la obediencia decreció. Bajo esta circunstancia, sólo 30 por ciento de los participantes completaron el experimento.

En el experimento 8 los participantes fueron mujeres: Anteriormente todos los participantes habían sido hombres. La obediencia no varió significativamente, aunque las mujeres manifestaron haber experimentado mayores niveles de estrés.

El experimento 10 se realizó en una oficina modesta en Bridgeport, Connecticut, fingiendo que quien realizaba el experimento era la entidad comercial "Research Associates of Bridgeport" sin conexión aparente con la Universidad de Yale (para eliminar el factor de prestigio de la Universidad que influenciara el comportamiento de los participantes). En estas condiciones la obediencia cayó al 47.5 por ciento.

Milgram también combinó el poder de la autoridad con la conformidad. En esos experimentos los participantes fueron acompañados por uno o dos "maestros" (también actores, como el aprendiz o víctima). El comportamiento de los acompañantes afectó fuertemente los resultados. En el experimento 17, cuando dos maestros adicionales se negaron a cumplir las órdenes, sólo 4 de los 40 participantes continuaron en el experimento. En el experimento 18 los participantes realizaron una tarea de acompañamiento (leyeron las preguntas por un micrófono o registraron las respuestas del aprendiz) con otro maestro, quien completaba la prueba completamente. En esa variación sólo 3 de 40 desafiaron al experimentador.

Recientes variaciones del experimento Milgram sugieren que la interpretación no supone obediencia ni autoridad, sino que los participantes sufren una desolación aprendida, donde se siente incapaces de controlar el resultado, de manera que abdican a su responsabilidad personal. En un experimento reciente donde se usó una simulación de computadora en lugar de un aprendiz que recibía descargas, los participantes que administraban las descargas eran conscientes de que el aprendiz era irreal, pero aun así los resultados fueron los mismos.

En la popular serie Basic Instincts, se repitió el experimento Milgram en 2006, con los mismo resultados con los hombres. En un segundo experimento con mujeres se mostró que ellas eran más proclives a continuar el experimento. Un tercer experimento, con un maestro adicional para generar presión, mostró que en esta condición los participantes continuaban con el experimento hasta el final.

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