Para esta entrada no necesito remitirme a documentos ya que la explosión ocurrió a escasas 10 cuadras de distancia de donde yo estaba aquel terrible día. Atraído por el hongo que produjo, seguí la explosión hasta que llegue al lugar. La gente decía que había explotado una caldera y corría por las calles mientras pedazos de vidrios rotos de las ventanas de los edificios caían sobre ellas.
Una voz gritó que habría otra explosión y una multitud de personas corrieron como locas hasta que la curiosidad los hizo volver. Finalmente llegué al lugar y no podía creer lo que veía - el edificio había sido extirpado quirúrjicamente y solo habían escombros. Frente a la embajada había un hogar para ancianos el cual no salió indemne, su techo se vió afectado y se veía salir gente herida de edificio.
En la altura, los edificios torre de las inmediaciones -algunos a más de 200 metros- mostraban todas sus ventanas rotas y los pedazos de vidrio que se iban desprendiendo planeaban hacia el suelo clavándose de canto muchas veces en el piso de tierra o estrellándose contra el asfalto.
La peor imagen fue la de una persona sostenida por otras cuatro con un pedazo de madera incrustada en su muslo abierto.
Una barbaridad, un hecho terrible e imperdonable, ya pasaron 16 años y no lo puedo olvidar. Esto ocurrió en NUESTRA CIUDAD, NUESTRO PAIS.
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